domingo, 23 de octubre de 2011
Desde el escusado
Estoy en los servicios públicos de un parque. Exactamente en el evacuador. Escribo desde aquí sentado. Me apetecía tener esta nueva experiencia. Unos cuantos grafitis por todas las paredes, el papel higiénico por el suelo, la cadena sin tirar, la tapa sucia y el aparato del papel arrancado y puesto de sombrero en el ángulo de la puerta. Me parece un excelente sitio para escribir, me salen docenas de temas que podría contarles. La primera idea lo Cívico. La primera pregunta: ¿Por qué las personas tratamos tan mal lo público? Pienso en la educación y en la educación que recibió quién nos educó, y la educación que recibió el que educó a quién nos educó… si me descuido llego al Australopitecus o a Adán y Eva. Me viene a la cabeza la necesidad de comunicación artística(por los grafitis), también el aburrimiento, la ira, la violencia y la destrucción. Hago un repaso a los procesos pasados de mi propia vida, de las personas que conozco más o menos bien, de mi familia, de mis profesores, de mis amigos. Busco y comparo. Comienzan a dormírseme las piernas, es lo malo de escribir sentado en un inodoro. Aún así la experiencia está siendo gratificante. Las ideas salen a borbotones, no se si es bueno tantas. Todo me está empezando a parecer muy complejo, tantos porqués, respuestas que se cruzan con otras y preguntas con mas preguntas y alguna respuesta. Mientras tanto escucho un pedo grandioso y muy airoso y pienso: ¡Qué bien se ha quedado! Y los grifos que suenan mojando las manos. Y una meada de esas de récord, dos minutos o más a máxima presión sobre el agua, vaya próstata más sana. De pronto todo se queda en silencio, se acaba de apagar el puto aparatito de secar las manos, nunca he entendido por qué los ponen: No sirven para secar las manos, casi siempre están rotos y encima hacen un ruido del demonio. Solo conozco uno que siempre va y encima te seca las manos, es muy potente, mucho, te manda las gotas de agua a los zapatos y unas cuantas a la camisa y a los pantalones. Su único problema es que sales un poco avergonzado del baño por si alguien piensa que te has salpicado de orín en vez de agua. No acaban de convencerme estos aparatitos, donde estén un buen papel o una buena toalla…
Se me pasa por la cabeza escribir un relato sobre la defecación y su placer: ¿Qué les parece? Hay muchas personas que tienen verdaderos problemas para evacuar. Pero quizá es un tema demasiado obvio para el lugar donde me encuentro. Y no me gusta nada lo demasiado obvio. O quizá sí, no estoy muy seguro. Cuando este tipo de paradojas me ocurren suelo pensar: Seguramente a veces me gusta y a veces no, así de simple.
Ya tengo completamente dormidas las piernas y empiezo a sentir ese dolor tan característico que más tarde al levantarme aumentará hasta que la sangre vuelva de nuevo a su lugar.
Les voy a contar una anécdota ocurrida en un cuarto de baño. Fue hace muchos años, cuando tomé la comunión. Me regalaron un sello de oro de esos de la época de los setenta que me venía grande, supongo que ya imaginan lo que me ocurrió… en efecto, se coló por al agujero del inodoro y se esfumó. No duró ni veinticuatro horas. A la mañana siguiente se lo conté a mi madre, con el consiguiente cabreo, regañina y todo lo que viene a continuación: sentimiento de culpa…etc. Pero fíjense los designios del destino: Mi madre se puso a tender la ropa, en aquella casa lo hacía en el patio de luces, al abrir la ventana se encontró un piso más abajo a un albañil que estaba reparando las bajantes y el desagüe principal. Buenos días le dijo a lo que señor le respondió lo mismo y se dispuso a colocar las prendas con su pinza correspondiente en el cordel del tendedero. Dándole vueltas y vueltas a la cabeza, mientras ponía la ropa a secar, se le ocurrió que igual el albañil podría encontrarlo. Sin pensárselo dos veces le dijo: Perdone señor, resulta que mi hijo tomó ayer la comunión y le regalamos un sello de oro, le venía un poco grande y anoche se le cayó por el retrete, ¿no me haría usted el favor de ver si lo encuentra? A lo que aquel señor le contestó: Señora antes de meter la mano ahí soy capaz de regalarle otro sello a su hijo. Los dos rieron.
Bien amigos, me voy a levantar, ya no me queda espacio para seguir contándoles, tampoco creo que aguantase mucho más en esta posición. Me alegro de haber compartido con ustedes esta experiencia. Si no la han probado no se la aconsejo, duele mucho al levantarse.
Espero que evacuen bien y que cuando usen un baño público lo cuiden.
Gracias.
Enero 2008
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