viernes, 18 de noviembre de 2011
El Regalo
Cuando uno se ha criado en las calles de un pueblo lleno de luz blanca, hermoso y tranquilo, queda marcado emocionalmente por ese lugar para el resto de su vida. Creo que es una cuestión de raíces y de tierra. De Ítaca sin mito ni mar. Quizá una necesaria fórmula para crear la propia identidad. ¿Quién eres, de dónde eres, a qué te dedicas? Suelen ser las primeras preguntas. Sería trágicamente perfecto que fueran también las últimas respuestas.
El pasado está en la memoria y en todo lo que somos en el presente, se construye en los sentidos repletos de experiencias: imágenes, relaciones, olores, sabores, amores…
¿Crees en Dios…y en los milagros?
He hecho estas preguntas a unas pocos amigos cientos de veces y en distintas épocas de la vida. Las respuestas siempre son dudas, afirmaciones, negaciones o contradicciones.
Sabemos tan poco ó tampoco sabemos.
Fatiga tanta pregunta y tan pocas respuestas claras, contundentes, creíbles. Cansa mucho tratar de entender la realidad en la que vivimos y cuesta mucho conseguir construir una vida coherente a través de todo lo que somos: buenos y malos, sanos e insanos. Somos seres llenos de contradicciones.
O quizá no. Sí pero no. La vida está llena de opuestos: ¿Por qué no nosotros? Si aceptamos el día y la noche, el calor y el frío, la luz y la oscuridad… ¿Por qué no la realidad y la fantasía, el amor y el odio, la salud y la enfermedad, la alegría y la tristeza, el placer y el dolor…? Todas ellas pasan por el filtro humano. Todas se construyen dentro de nosotros. Nuestra mente las construye, las hace reales. Y no siempre lo son.
¿Por qué en vez de regodearnos- en mayor grado negativamente- cada vez en una, removiendo las pulsiones que las provocan, no hacemos ese mismo esfuerzo en colocarlas cada una en su lugar, en aceptarlas, en ordenarlas?
Cada vez que un sentimiento ó una emoción viene a nosotros no sería mejor preguntarnos: ¿Por qué, de dónde viene, qué persigue, que nos falta o nos sobra, de qué nos sirve, es sano ó insano, nos produce satisfacción o decepción, bienestar o malestar?
Después de un sentimiento siempre viene un pensamiento y tras él una emoción y casi siempre un motivo y luego una acción. O casi a la vez un pensamiento, una emoción, un sentimiento, una motivación, una acción ¿Nos damos cuenta pues de la importancia de saber, de conocer los verdaderos intríngulis sobre lo que sentimos?
Alguien me dijo que cuando no entendemos. Cuando la duda y la indecisión nos embarga. Cuando algo contradice nuestra voluntad a la hora de decidir en nuestras vidas qué camino elegir-la acción- suele ser porque existe un bien mayor oculto. Algo que escondemos magistralmente aún siendo para nosotros nefasto. Un disfraz que esconde el verdadero motivo que provoca lo que sentimos. Muchas veces no es un bien real y sano sino una fantasía a la que nos aferramos para seguir sintiéndonos seguros en un mar que aparenta calma con una tormenta en el fondo. Una experiencia incrustada en lo más profundo de nosotros.
Nos criamos-por eso empecé así- construyendo una estructura emocional. Es todo un sistema. A través de sus ojos miraremos siempre y escudriñaremos todo lo que percibimos. De no ser que, por alguna razón del destino ó un quiebro de las circunstancias, nos encontremos con una crisis honda todo pasará con aparente normalidad. Hay muchísimas personas que sienten ansiedad a diario y desde siempre asumiéndolo cada segundo sin hacer nada por remediarlo. Ejemplos podría poner muchos. Los evitaré, son tan obvios. Todavía hay más que asumimos como normal vivir cinco días a la semana como se pueda-insatisfacción por supuesto- y buscar la evasión y lo lúdico el fin de semana, esperando algún puente o las vacaciones. Y todavía más personas que vivimos el presente con la esperando siempre un mañana mejor, un futuro en el que de una vez por todas nuestros deseos se conviertan en realidad. Perdemos en estos movimientos el disfrute de cada minuto de nuestra vida. No somos conscientes de que este momento es el único tiempo que en verdad podemos degustar, tenga el sabor que tenga. Cualquier sabor es aceptable si lo percibimos con todos los sentidos. Hasta cuando llega el dolor. Probablemente nos enseñará muy bien a apreciar el placer.
A la hora de educar nada de esto se tiene en cuenta. Se olvida lo esencial: aprender qué somos, quiénes somos, cómo somos. Enseñarnos a buscar nuestro propio criterio en el inmenso mundo de las emociones. Conocernos bien es el único camino hacia lo suficientemente satisfactorio, probablemente lo máximo que puede conseguir un ser humano con mayor o menor acierto. Dentro de lo propios límites.
Los límites son fundamentales a la hora de conocernos, como género y como personas. Si no conocemos las fronteras de nuestra naturaleza no sabremos dónde nos encontramos y por supuesto menos aún quiénes somos y hasta dónde podemos llegar en nuestro desarrollo como personas.
Les responderé a las tres preguntas del principio:
Somos seres humanos, somos de donde nos criamos y nos dedicamos a aprender a la vez que construimos nuestra vida, nuestro tiempo presente, tratando de comprender y aceptar quiénes fuimos en el pasado y proyectándonos en el futuro. Siempre buscando la forma posible más satisfactoria.
Y todo ello sin poder parar hasta la muerte. ¿Es un regalo o una condena?
Febrero 2008
El loco del tren a Roncesvalles
El pasado puente de Octubre, viajaba en el tren que va de Valencia a Roncesvalles, cuando de pronto, un señor mayor con barbas blancas, boina negra y traje viejo apareció en nuestro vagón, se dirigía a cada viajero gritando: ¡Ésta es mi palabra y se la vendo para comer!. En sus manos portaba cientos de folios mugrientos, grapados por temas, que nadie compraba (todos comentaban: este tío está como una cabra). Cuando llegó a mi altura le dije si podía ojearlos- siempre he sido un mojetero- y por diez euros compré sus palabras, un tema que especialmente me interesó, aunque de lo que me dio tiempo a leer casi ninguno tenía desperdicio , y ahora que son mías, se las transcribo:
“Uno cuando oye por primera vez la palabra Sinergia, al menos a mi me ocurrió, se ve en la obligación de ir directamente al diccionario con la intención de conocer su significado. Curiosamente suele ocurrir que muchas de las cosas que se dan a diario en nuestras vidas tienen nombres poco comunes. Resaltar la importancia que tiene esta palabra- o mejor su acción- en nuestras vidas y en nuestra historia es el fin que me propongo al escribir estas líneas. Espero conseguirlo.
La primera sinergia que se produce en todo ser es ésta: a todos nos da la vida otro u otros seres semejantes. Las personas, en especial, llegamos a la vida por la interacción de dos seres humanos. Ninguno de los dos sería capaz de dar vida sin el otro o parte de él: nos necesitamos. Y creo poder anticipar que siempre seguirá siendo así: dependeremos de otros de una forma u otra. La dimensión social es esencial a nuestra naturaleza.
Si aprehendiéramos la importancia y el alcance de estas afirmaciones, probablemente, las relaciones entre personas, países o civilizaciones, funcionarían mejor, al menos serían más cordiales y por supuesto menos destructivas. Solemos creer que nuestra familia, nuestros amigos y nuestro entorno más cercano, todo lo más lejos, nuestro pueblo o ciudad, región o país y en ese orden, es lo único que importa. Y no es así. Aunque en cierto modo no vamos mal encaminados. Una persona es tan pequeña comparándola con todos los seres humanos de la tierra. Quizá solo seamos capaces de poder relacionarnos suficientemente bien con un pequeño grupo de personas. Aceptar que somos seres limitados nos ayudará a entender.
Por otra parte- luego intentaré generar la conexión- está el interés. Nadie hace nada sin esta denostada palabra y curiosamente casi siempre se niega. ¿Quién se atreve a decirle a sus hijos o a su pareja o a sus amigos que es el interés el que los une? Menudo pecado. El interés es “provecho, utilidad o valor que en sí tiene una persona o cosa”. Y todo… todo, lo hacemos por interés. No hay duda alguna.
Busquemos la relación entre estas dos ideas: la necesidad de los demás y el interés a través del concepto de Trueque, tan antiguo como la raza humana. Se define como el “intercambio de bienes o servicios sin mediar la intervención de dinero”. Pero, ¿cómo cambiar un bien o un servicio o un sentimiento por otro si no conocemos su valor? Como dice una gran amiga mía: sin darnos cuenta-o dándonos- podemos estar cambiando cromos buenos por cromos repetidos o al revés. ¿Lo habían pensado?
Imagine que usted da amor sano por frialdad y falta de consideración. O que usted trabaja como un mulo por un plato de comida y un camastro. O que usted se ocupa de todos pero de usted no se ocupa nadie. Piense, pensemos por qué nos quieren en nuestro entorno más cercano. Ni se le ocurra pensar en el trueque ni en el interés ni en la necesidad. Si lo hace, solo encontrará respuestas que no entenderá. Es mejor que siga mintiéndose, se vive mejor. Jajaja, jajaja,jajaja,jajaja. Ríanse de la realidad.
Bien, cada uno que piense lo que quiera. Les diré lo que pienso yo. Si aceptamos que todo se hace por interés, que todos nos necesitamos de alguna manera y que en la vida casi todo es un trueque, solo podemos llegar a una conclusión que reduciremos a un concepto: Sinergia.
Para terminar pues, solo nos queda definir la susodicha palabreja. Sinergia: “ acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales”. Paren de buscar, políticos, filósofos, psicólogos, intelectuales…paren ya. El sentido de la vida del hombre es la Sinergia. Busquen y rebusquen, piensen, lean, reflexionen, hagan experimentos, suban a la luna, descifren los árboles genéticos o las células madre… siempre…siempre llegaran al mismo sitio: Sinergia”.
(No entendí, ni entiendo por qué escribió cinco veces sinergia en negrita, cuatro veces interés y dos veces trueque. De lo que estoy seguro es que con ello algo quiso decir…)
Aten cabos si les apetece.
Octubre 2007
“Uno cuando oye por primera vez la palabra Sinergia, al menos a mi me ocurrió, se ve en la obligación de ir directamente al diccionario con la intención de conocer su significado. Curiosamente suele ocurrir que muchas de las cosas que se dan a diario en nuestras vidas tienen nombres poco comunes. Resaltar la importancia que tiene esta palabra- o mejor su acción- en nuestras vidas y en nuestra historia es el fin que me propongo al escribir estas líneas. Espero conseguirlo.
La primera sinergia que se produce en todo ser es ésta: a todos nos da la vida otro u otros seres semejantes. Las personas, en especial, llegamos a la vida por la interacción de dos seres humanos. Ninguno de los dos sería capaz de dar vida sin el otro o parte de él: nos necesitamos. Y creo poder anticipar que siempre seguirá siendo así: dependeremos de otros de una forma u otra. La dimensión social es esencial a nuestra naturaleza.
Si aprehendiéramos la importancia y el alcance de estas afirmaciones, probablemente, las relaciones entre personas, países o civilizaciones, funcionarían mejor, al menos serían más cordiales y por supuesto menos destructivas. Solemos creer que nuestra familia, nuestros amigos y nuestro entorno más cercano, todo lo más lejos, nuestro pueblo o ciudad, región o país y en ese orden, es lo único que importa. Y no es así. Aunque en cierto modo no vamos mal encaminados. Una persona es tan pequeña comparándola con todos los seres humanos de la tierra. Quizá solo seamos capaces de poder relacionarnos suficientemente bien con un pequeño grupo de personas. Aceptar que somos seres limitados nos ayudará a entender.
Por otra parte- luego intentaré generar la conexión- está el interés. Nadie hace nada sin esta denostada palabra y curiosamente casi siempre se niega. ¿Quién se atreve a decirle a sus hijos o a su pareja o a sus amigos que es el interés el que los une? Menudo pecado. El interés es “provecho, utilidad o valor que en sí tiene una persona o cosa”. Y todo… todo, lo hacemos por interés. No hay duda alguna.
Busquemos la relación entre estas dos ideas: la necesidad de los demás y el interés a través del concepto de Trueque, tan antiguo como la raza humana. Se define como el “intercambio de bienes o servicios sin mediar la intervención de dinero”. Pero, ¿cómo cambiar un bien o un servicio o un sentimiento por otro si no conocemos su valor? Como dice una gran amiga mía: sin darnos cuenta-o dándonos- podemos estar cambiando cromos buenos por cromos repetidos o al revés. ¿Lo habían pensado?
Imagine que usted da amor sano por frialdad y falta de consideración. O que usted trabaja como un mulo por un plato de comida y un camastro. O que usted se ocupa de todos pero de usted no se ocupa nadie. Piense, pensemos por qué nos quieren en nuestro entorno más cercano. Ni se le ocurra pensar en el trueque ni en el interés ni en la necesidad. Si lo hace, solo encontrará respuestas que no entenderá. Es mejor que siga mintiéndose, se vive mejor. Jajaja, jajaja,jajaja,jajaja. Ríanse de la realidad.
Bien, cada uno que piense lo que quiera. Les diré lo que pienso yo. Si aceptamos que todo se hace por interés, que todos nos necesitamos de alguna manera y que en la vida casi todo es un trueque, solo podemos llegar a una conclusión que reduciremos a un concepto: Sinergia.
Para terminar pues, solo nos queda definir la susodicha palabreja. Sinergia: “ acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales”. Paren de buscar, políticos, filósofos, psicólogos, intelectuales…paren ya. El sentido de la vida del hombre es la Sinergia. Busquen y rebusquen, piensen, lean, reflexionen, hagan experimentos, suban a la luna, descifren los árboles genéticos o las células madre… siempre…siempre llegaran al mismo sitio: Sinergia”.
(No entendí, ni entiendo por qué escribió cinco veces sinergia en negrita, cuatro veces interés y dos veces trueque. De lo que estoy seguro es que con ello algo quiso decir…)
Aten cabos si les apetece.
Octubre 2007
El Gustólogo
Algunos sabores, al contacto con la boca, nos devuelven emociones del pasado, quizá comparables a las sensaciones al mirar las llamas de una buena fogata en invierno: la mayoría de personas nos sentimos como en un trance, como en un rito iniciático que nos lleva a lo más hondo de nosotros mismos.
Siempre que le ocurría esto al Señor Flor, imaginaba lo que sintió el ser humano que descubrió el fuego: esa primera vez, ese descubrimiento infinito, grabado en sus ojos para siempre, en una huella impresa, transmitida de generación en generación, desde el pasado hacia el futuro. Pensaba que eso mismo, dentro de nosotros, ocurría con los sabores.
El Señor Flor era ya un anciano apacible, que en su juventud, eligió para su vida una profesión inventada por él mismo: Gustólogo.
Todo comenzó una noche de Julio en la que la luna parecía una moneda a punto de introducirse en una inmensa hucha negra. Había quedado para cenar con unos amigos en un casa de comidas muy antigua, en una ciudad vieja llena de peregrinos, en la que se encontraba de viaje de fin de carrera. Se llamaba O Gato Negro. Era un local pequeño que conservaba el sabor de otros tiempos y la tradición de una buena y sencilla cocina transmitida de padres y madres a hijos. En ese tiempo lo regentaba el nieto de la fundadora que se había jubilado hacía poco tiempo. El señor Flor, su compañera y un amigo, años atrás aún les había dado tiempo a ver y disfrutar de aquélla anciana en acción, cocinando unos platos exquisitos basados en los productos del mar, sirviendo el vino desde una jarra que arrancaba suavemente a las barricas, con su moño recogido y se delantal.
Volvió aquel día y llevó allí a algunos de sus amigos. Pidieron unos vinos mientras ojeaban una pequeña carta. Dejadlo por favor, el dueño nos recomendará, les dijo. Llegó la hora de tomar nota y así se lo pidió al propietario: “Por favor, díganos que hay hoy, preferimos que nos sorprenda, queremos picar un poco de aquello que nos recomiende”. Él sabía que no hay nada más satisfactorio para alguien de esa profesión que ponerse en sus manos. Así fue, sus expectativas se colmaron.
Empezó a traer platos en este orden: unos camarones de las rías, unas zamburiñas preparadas con la receta secreta de la abuela, unos percebes recién hervidos en agua de mar, berberechos al vapor, almejas crudas de Carril y unas sardinas a la brasa con pimientos de Padrón que llenaron el espacio que queda entre el placer y saciar el apetito. Todo ello regado con jarras y jarras de aquel vino blanco que solo alcanza su máximo sabor entre esas piedras, sobre esas mesas, servido con esas manos.
El señor Flor estuvo, durante toda la cena, en un trance, como el que les relataba al principio de estas palabras. No habló ni un instante, solamente escuchaba y danzaba en un baile con aquellos sabores, intensos, impecables en su textura y en su frescura. En algún momento cerró los ojos y durante minutos, rememoró todo lo que había vivido, años atrás, la primera vez que estuvo allí. Todo ello a través de los sabores. Cada bocado le traía una cara y un gesto, una sonrisa, unas palabras, una ilusión, un abrazo, un movimiento, un olor, una mejilla sonrosada, la belleza de una anciana, dando a cada viajero esos placeres. Pensó hacia sus adentros: habría que hacerle a esa mujer un monumento...después se dijo: menuda tontería...ya tiene su monumento. Ese lugar antiguo en una calle céntrica y estrecha de una ciudad vieja, de hermosísimos edificios. Todo aquello era su obra. ¿Qué monumento pues, necesitaba aquella hermosa anciana?. Pensó... ninguno, los tiene todos.
Así, con esta experiencia, es como descubrió su profesión de Gustólogo, decidió recorrer y buscar en cualquier parte de España, esas personas capaces de remover todo lo emocional con una cuchara, con un mordisco, con un sabor, con una textura, con un trago de un caldo místico, con una buena compañía. Todo aquello que te reconcilia por un buen rato con la vida. Y se dijo: quiero conseguir ganarme la vida buscando esos sitios para sentarme y contemplar el disfrute, la alegría, el placer...de aquellas personas que se atrevan a dejarse vivirlo.
Y así lo hizo, durante cincuenta y tres años, se dedicó a encontrar esos perfectos lugares y a esas personas dispuestas a hacer una viaje hacia el centro de la boca. Abiertas a cerrar los ojos y descubrir un universo distinto a todos, personas capaces de ver en un bocado un castillo de fuegos artificiales sobre el mar, de un trago descifrar el sentido de la vida y de una buena compañía y un buen restaurador, la pareja perfecta para una luna de miel para siempre.
Así es como todos conocen al Señor Flor, el gustólogo. Ese hombre capaz de armonizar realidad y fantasía en un sorbo, en un mordisco, en una historia contada, ahora ya retirado, a esas personas que lo visitan como si fuesen en busca del rey de los Vividores. De esa persona capaz de hacer de algo necesario y cotidiano un acto sublime.
Junio 2007
Para el día de Reflexión
A veces amigos no se debe estar dispuesto a creer que las cosas no se pueden cambiar. Existe un espíritu casi irreconocible en el ser humano de adaptación al medio social y a sus estructuras más estandarizadas. Se tiende a imitar la estructura personal, familiar y social que en mayor grado está asimilada y por mayor número de personas, en lo que podemos nombrar como valores sociales: lo que está bien ó está mal, ó mejor, lo que vemos bien ó vemos mal, con respecto a como viven los demás. La bauticé hace algunos años como la Teoría de la Igualdad Comparativa.
Es práctica habitual calificar como raros a los que no cumplen los requisitos que hemos decidido como normales. Nos esforzamos mucho en hacer comprender a nuestros hijos, amigos, vecinos, conocidos... cuál es nuestra forma de pensar sobre cualquier tema que tenga que ver con la inalcanzable aceptación social.
¿A qué estilo de persona se respeta en la sociedad actual?
El personaje tipo y un buen candidato, debería cumplir los siguientes requisitos:
Varón ó hembra a ser posible de raza blanca, de orígenes cualesquiera, pero sin excesivas manchas en la familia(porque no vayan a olvidar que sus actos pasarán a otra generación, sobre todo si son socialmente inaceptables),con una infancia normal(pero tampoco olviden que hay algunas actividades infantiles muy reprobables),preferentemente con estudios universitarios ó en su defecto un trabajo bien remunerado y fijo, en todo caso con éxito económico. Socialmente comprometidos(pero cuidado en algo que esté bien visto y que no haya que enfrentarse a nadie),alegres pero no excesivamente juerguistas, preferentemente con pareja estable y a ser posible bien casado y con claras intenciones de procrear y darse en vida a sus hijos, es decir, capaces de transmitir a las próximas generaciones este mismo mensaje: lo considerado socialmente correcto. Capaz de decir, como dice Ernesto: en petite comité, que son demócratas y mucho mejor si son progresistas. Amigo de sus amigos, excepto para el dinero. Y muy quereores de la familia, excepto con el sujeto que siempre existe, con el que no tragan, que siempre suele ser el único capaz de estar en desacuerdo con sus ideas o su forma de vida.
Grandes conversadores, sobre todo, acerca de la vida de los demás. Colaboradores audaces de las leyes no escritas, esas que no existen, pero siempre están hay, para recordarnos que no somos ni siquiera perfectos.
Me pone malo lo convencional, no porque la semejanza no sea aconsejable para el desarrollo de la vida, sino porque la igualación nos conforma, nos hace seres nada creativos, carentes de evolución personal.
Evita la experimentación y evitarás el peligro. Lo que no se suele saber es que también evitas la propia esencia del aprendizaje y del desarrollo de la vida, es decir, te adaptarás , te hastiarás por dentro, exclusivamente porque es un pecado enfrentarse a la convencional. A ese código que nunca está escrito, repito, pero siempre, en la historia, ha hecho desgraciado a todo aquel que quiere salirse del círculo que marca su peligroso poder.
Lo convencional me pone malo. No porque no me considere normal, como todos, sino porque los demás puedan llegar a considerarnos como les de la gana, sin conocernos , sin saber quiénes somos ni qué nos motiva. Por pura apariencia.
Hace poco una persona me preguntó, cuándo iba a sentar la cabeza-no se exactamente desde que criterio ni con qué intención-. En ese momento sonreí, recordé la misma pregunta hecha por mi madre hace muchos años, entonces, mi respuesta, fue hacer el pino encima de un sillón. Ahora, después de pensarlo bien ya sé la respuesta...es ésta: jamás-si significa lo que imagino-.
Cuando vayan a votar estas elecciones les pido que piensen en todo esto, sobre todo en quiénes creen ustedes que pueden, saben o quieren cambiar las cosas para crecer y mejorar nuestro pueblo, ahora bien les ruego no les exijan que sienten la cabeza, es la mejor manera de que nada evolucione, además de ser una muy incómoda postura para Vivir. Pídanles con el voto que tomen riesgos y que sean creativos y que cuiden lo de todos. Pero cuando se equivoquen, tengamos una gran perspectiva humana, es la única vía para confiar los unos en los otros: respeto y consideración. Es mucho mejor equivocarse que no hacer nada.
Que ustedes voten con salud.
Mayo de 2007
Es práctica habitual calificar como raros a los que no cumplen los requisitos que hemos decidido como normales. Nos esforzamos mucho en hacer comprender a nuestros hijos, amigos, vecinos, conocidos... cuál es nuestra forma de pensar sobre cualquier tema que tenga que ver con la inalcanzable aceptación social.
¿A qué estilo de persona se respeta en la sociedad actual?
El personaje tipo y un buen candidato, debería cumplir los siguientes requisitos:
Varón ó hembra a ser posible de raza blanca, de orígenes cualesquiera, pero sin excesivas manchas en la familia(porque no vayan a olvidar que sus actos pasarán a otra generación, sobre todo si son socialmente inaceptables),con una infancia normal(pero tampoco olviden que hay algunas actividades infantiles muy reprobables),preferentemente con estudios universitarios ó en su defecto un trabajo bien remunerado y fijo, en todo caso con éxito económico. Socialmente comprometidos(pero cuidado en algo que esté bien visto y que no haya que enfrentarse a nadie),alegres pero no excesivamente juerguistas, preferentemente con pareja estable y a ser posible bien casado y con claras intenciones de procrear y darse en vida a sus hijos, es decir, capaces de transmitir a las próximas generaciones este mismo mensaje: lo considerado socialmente correcto. Capaz de decir, como dice Ernesto: en petite comité, que son demócratas y mucho mejor si son progresistas. Amigo de sus amigos, excepto para el dinero. Y muy quereores de la familia, excepto con el sujeto que siempre existe, con el que no tragan, que siempre suele ser el único capaz de estar en desacuerdo con sus ideas o su forma de vida.
Grandes conversadores, sobre todo, acerca de la vida de los demás. Colaboradores audaces de las leyes no escritas, esas que no existen, pero siempre están hay, para recordarnos que no somos ni siquiera perfectos.
Me pone malo lo convencional, no porque la semejanza no sea aconsejable para el desarrollo de la vida, sino porque la igualación nos conforma, nos hace seres nada creativos, carentes de evolución personal.
Evita la experimentación y evitarás el peligro. Lo que no se suele saber es que también evitas la propia esencia del aprendizaje y del desarrollo de la vida, es decir, te adaptarás , te hastiarás por dentro, exclusivamente porque es un pecado enfrentarse a la convencional. A ese código que nunca está escrito, repito, pero siempre, en la historia, ha hecho desgraciado a todo aquel que quiere salirse del círculo que marca su peligroso poder.
Lo convencional me pone malo. No porque no me considere normal, como todos, sino porque los demás puedan llegar a considerarnos como les de la gana, sin conocernos , sin saber quiénes somos ni qué nos motiva. Por pura apariencia.
Hace poco una persona me preguntó, cuándo iba a sentar la cabeza-no se exactamente desde que criterio ni con qué intención-. En ese momento sonreí, recordé la misma pregunta hecha por mi madre hace muchos años, entonces, mi respuesta, fue hacer el pino encima de un sillón. Ahora, después de pensarlo bien ya sé la respuesta...es ésta: jamás-si significa lo que imagino-.
Cuando vayan a votar estas elecciones les pido que piensen en todo esto, sobre todo en quiénes creen ustedes que pueden, saben o quieren cambiar las cosas para crecer y mejorar nuestro pueblo, ahora bien les ruego no les exijan que sienten la cabeza, es la mejor manera de que nada evolucione, además de ser una muy incómoda postura para Vivir. Pídanles con el voto que tomen riesgos y que sean creativos y que cuiden lo de todos. Pero cuando se equivoquen, tengamos una gran perspectiva humana, es la única vía para confiar los unos en los otros: respeto y consideración. Es mucho mejor equivocarse que no hacer nada.
Que ustedes voten con salud.
Mayo de 2007
Don sin Din... patatas en latín
Hoy les invito a soñar. Todo comienza uno de esos días en los que la razón está de nuestra parte y nos ayuda junto a las emociones a conseguir soñar despiertos. De esto un amigo mío sabe mucho, disfruta haciéndolo y los demás disfrutamos escuchando sus fantásticas historias que, casi siempre, acaban en una gran carcajada.
Son pocos los seres humanos que en esta época de “abundancia superflua(E.Fromm)”, son capaces de dejar de pensar en tener para dedicarse al disfrute del ser, de la creatividad y la imaginación: A soñar despiertos.
Como les decía vamos a soñar:
Todo comienza con algo tan típico como la suerte, con algo tan típico como que te caigan en la lotería X, mil millones de pesetas-perdón ahora se sueña en euros-.
¿Qué haríamos con tanto dinero?
Imaginen, imaginen que es lo que harían si les tocara tal cantidad de dinero....
Ya pueden parar de imaginar, con toda probabilidad se podría reducir todo a estas dos palabras: Comprar o pagar. Comprar lo que no tienes y deseas, pagar lo que ya tienes y debes.
¿Qué es lo que se puede comprar con mil millones de pesetas?
Casas, coches, motos, viajes, muebles, decoración, arte, viajes, servicios, sexo, poder, más una innumerable lista de artículos de todas clases...
También se puede ayudar a los demás para que puedan: Comprar o Pagar.
A tus abuelos, padres, hermanos, primos, tíos, amigos, puedes regalarles dinero a todos ellos, lo suficiente para aliviarles las cargas. Incluso donar a alguna ONG parte de ese capital para ayudar a los demás.
Bien, ya tenemos todo lo que necesitamos, incluso el agradecimiento de todos los que más nos importan. Y nuestra parcela de altruismo y bondad llena.
¿Y salud qué, tenemos más salud?
Pues sí.
Al menos más probabilidades de prevenir y de curar las enfermedades. No trabajar con la obligación de una franja horaria, permite tener tiempo para el cuidado de tu cuerpo y de tu mente. Y lo mejor: Casi nunca habría prisas ni presión. Además el dinero permite comprar a los mejores especialistas y las mejores técnicas de salud.
¿Y el amor?¿Se puede comprar el amor?
No. El amor no se puede comprar.
Pero no me negarán que sin los problemas que crea una economía precaria es infinitamente más fácil llevarse bien, es decir, conservar más el amor. Le llamaremos amor en conserva, a aquel amor que siendo igual a otro se puede conservar más tiempo, gracias al dinero con el que podemos eliminar todos los condicionamientos que nos llevan a discutir si debemos comprar esto primero u esto otro, si viajamos aquí o a allá, si tú te compraste esto a mi me toca aquello, si no podemos salir porque no podemos dejar a los niños con nadie, etc, etc, etc...
Y no hablemos del hastío y el aburrimiento...parece obvio que resulta más fácil divertirse cuando hay abundancia de dinero, en nuestra sociedad el ocio se compra siempre. Hasta la Cultura se compra. Y si no me creen intenten sacar una carrera, aprender idiomas o leer mucho. Verán cuánto cuesta.
Creo poder decirles que ya podemos dejar de soñar despiertos, la verdad es que no nos han tocado mil millones. Se fastidió todo, lo siento.
Alguien pudo decir que todo es negocio, yo matizaría diciendo que todo es relativamente negociable, con dinero por supuesto...¿O no?
¿Les extraña que se hagan tantas barbaridades por dinero?
Tranquilos, todo ha sido un sueño, pura fantasía, nada de lo que hemos escrito antes es cierto.
¿O sí?
Ustedes tienen la palabra.
Mayo 2007
domingo, 23 de octubre de 2011
Don Pío y el niño perdido
“No estoy donde digo y escribo desde el futuro. No miento."
Quisiera poder volar. Mirar el mundo desde muy arriba... tiene que mejorar mucho su conocimiento. Estoy seguro. Debe ser una gozada jugar con el viento y la gravedad. ¿Por qué no quieren jugar conmigo?
Tengo ochenta y dos años, el doble de los que creía que iba a vivir. Todos los días, desde entonces, me levanto con un sueño: soy un pájaro y miro el pueblo donde habito desde el cielo. Todo es distinto desde allí arriba. Puedo ver lo que hace cualquiera de mis vecinos sin que se enteren, escucho conversaciones, veo las grietas de los tejados y hasta alguna barbaridad... El sueño siempre acaba igual: me despierto, no soy un pájaro y me pongo a llorar.
No estoy loco, se lo aseguro, soy un viejo que según algunos no debería sentir esta intensa ilusión al final de mis días. Sé que puedo parecerlo, incluso estoy seguro, que alguno de ustedes lo estará pensando, y otros, que en verdad, soy un pájaro... pero no de los que vuelan. Les aseguro que no, les soy infinitamente sincero: no estoy loco y no soy un pájaro de esos.
Todo el mundo me llama Don Pío, al principio no me gustaba, sabía que se mofaban de mi al nombrarme. Pero después de tantos años-más de cuarenta- me lo tomo como un cariño que me hacen hasta los más impresentables. Siempre me he preguntado porqué me toman por un chiflado al desear ser un pájaro para poder volar.¿ Acaso cree la gente que sin ser pájaro voy a poder volar?. Ellos sí están completamente locos.
Quede claro que probé en avión, pero no es eso lo que quiero, ni siquiera se acerca a lo que necesito. Ni por un instante es comparable a las sensaciones de mis sueños. Necesito ser un pájaro y volar con mis propias alas, con mis propias fuerzas, con mis propios rumbos y planeos. ¿Tan difícil es de entender esto?
Algunos de mis parientes creen que estoy chalado, que soy obsesivo. No les entiendo, alguno de ellos llevan haciendo cuarenta años lo mismo todos los días y no lo consideran una obsesión. Yo ante esto, no digo ni pío...y el enfermo, soy yo.¿Ustedes entienden algo?. Yo no.
A veces, cuando no puedo más, me subo a la montaña cercana más alta y elevo los brazos, el viento o la brisa pasa por todo mi cuerpo; y por mis ojos, esas vistas espectaculares desde la cima. Solo así consigo alegrarme.
Hace unos días me encontré con un niño pequeño perdido en la montaña. Me acerqué a él y le pregunté: ¿Te has perdido?. Mi sorpresa fue cuando contestó que no. Le pregunté de nuevo: ¿Están tus padres por aquí cerca o has venido con alguien?. De nuevo me contestó que no. Y pensé: No entiendo nada. Entonces le dije: ¿Si no te has pedido que haces aquí en la cima de la montaña?. El niño me miró fijamente a los ojos y me preguntó:¿Es usted Don Pío?. Afirmé con la cabeza. Y entonces me dijo: Vengo a buscarle, me han dicho que usted vuela. Le contesté: No hijo, te han engañado, yo no vuelo, solamente deseo ser un pájaro y poder volar.
El niño volvió a preguntar: ¿Y por qué no puede usted volar?. Le dije que no podía volar porque era un hombre y los seres humanos no tienen alas y no pueden volar como los pájaros.
El niño volvió a preguntar: ¿Y por qué si es un hombre quiere ser un pájaro?
Me quedé pensando un instante y le contesté: verdad que quieres crecer y ser grande como tu papá – el niño afirmó- pues yo ya soy grande y ahora lo que deseo es ser pájaro para poder volar.
El niño sonrió, se puso cara al viento y levantó los brazos.
De pronto, comprendí, alcé los brazos que se convirtieron en alas y me puse a volar: Siempre fui... un pájaro entre personas”.
Desde entonces se cuenta una historia de un niño que vio convertirse a Don Pío en un pájaro y ya nunca más nadie lo volvió a ver. Solamente se dice que cada año, en ese mismo día, los pájaros no vuelan, solo caminan hacia la cima de la montaña y levantan sus alas al viento deseando, por un momento, con todas sus fuerzas ser... humanos. Luego sonríen con un grito de pájaro y vuelven a volar, deslizándose amablemente a favor del viento.
De aquel niño nada más se supo.
Julio 2007
Desde el escusado
Estoy en los servicios públicos de un parque. Exactamente en el evacuador. Escribo desde aquí sentado. Me apetecía tener esta nueva experiencia. Unos cuantos grafitis por todas las paredes, el papel higiénico por el suelo, la cadena sin tirar, la tapa sucia y el aparato del papel arrancado y puesto de sombrero en el ángulo de la puerta. Me parece un excelente sitio para escribir, me salen docenas de temas que podría contarles. La primera idea lo Cívico. La primera pregunta: ¿Por qué las personas tratamos tan mal lo público? Pienso en la educación y en la educación que recibió quién nos educó, y la educación que recibió el que educó a quién nos educó… si me descuido llego al Australopitecus o a Adán y Eva. Me viene a la cabeza la necesidad de comunicación artística(por los grafitis), también el aburrimiento, la ira, la violencia y la destrucción. Hago un repaso a los procesos pasados de mi propia vida, de las personas que conozco más o menos bien, de mi familia, de mis profesores, de mis amigos. Busco y comparo. Comienzan a dormírseme las piernas, es lo malo de escribir sentado en un inodoro. Aún así la experiencia está siendo gratificante. Las ideas salen a borbotones, no se si es bueno tantas. Todo me está empezando a parecer muy complejo, tantos porqués, respuestas que se cruzan con otras y preguntas con mas preguntas y alguna respuesta. Mientras tanto escucho un pedo grandioso y muy airoso y pienso: ¡Qué bien se ha quedado! Y los grifos que suenan mojando las manos. Y una meada de esas de récord, dos minutos o más a máxima presión sobre el agua, vaya próstata más sana. De pronto todo se queda en silencio, se acaba de apagar el puto aparatito de secar las manos, nunca he entendido por qué los ponen: No sirven para secar las manos, casi siempre están rotos y encima hacen un ruido del demonio. Solo conozco uno que siempre va y encima te seca las manos, es muy potente, mucho, te manda las gotas de agua a los zapatos y unas cuantas a la camisa y a los pantalones. Su único problema es que sales un poco avergonzado del baño por si alguien piensa que te has salpicado de orín en vez de agua. No acaban de convencerme estos aparatitos, donde estén un buen papel o una buena toalla…
Se me pasa por la cabeza escribir un relato sobre la defecación y su placer: ¿Qué les parece? Hay muchas personas que tienen verdaderos problemas para evacuar. Pero quizá es un tema demasiado obvio para el lugar donde me encuentro. Y no me gusta nada lo demasiado obvio. O quizá sí, no estoy muy seguro. Cuando este tipo de paradojas me ocurren suelo pensar: Seguramente a veces me gusta y a veces no, así de simple.
Ya tengo completamente dormidas las piernas y empiezo a sentir ese dolor tan característico que más tarde al levantarme aumentará hasta que la sangre vuelva de nuevo a su lugar.
Les voy a contar una anécdota ocurrida en un cuarto de baño. Fue hace muchos años, cuando tomé la comunión. Me regalaron un sello de oro de esos de la época de los setenta que me venía grande, supongo que ya imaginan lo que me ocurrió… en efecto, se coló por al agujero del inodoro y se esfumó. No duró ni veinticuatro horas. A la mañana siguiente se lo conté a mi madre, con el consiguiente cabreo, regañina y todo lo que viene a continuación: sentimiento de culpa…etc. Pero fíjense los designios del destino: Mi madre se puso a tender la ropa, en aquella casa lo hacía en el patio de luces, al abrir la ventana se encontró un piso más abajo a un albañil que estaba reparando las bajantes y el desagüe principal. Buenos días le dijo a lo que señor le respondió lo mismo y se dispuso a colocar las prendas con su pinza correspondiente en el cordel del tendedero. Dándole vueltas y vueltas a la cabeza, mientras ponía la ropa a secar, se le ocurrió que igual el albañil podría encontrarlo. Sin pensárselo dos veces le dijo: Perdone señor, resulta que mi hijo tomó ayer la comunión y le regalamos un sello de oro, le venía un poco grande y anoche se le cayó por el retrete, ¿no me haría usted el favor de ver si lo encuentra? A lo que aquel señor le contestó: Señora antes de meter la mano ahí soy capaz de regalarle otro sello a su hijo. Los dos rieron.
Bien amigos, me voy a levantar, ya no me queda espacio para seguir contándoles, tampoco creo que aguantase mucho más en esta posición. Me alegro de haber compartido con ustedes esta experiencia. Si no la han probado no se la aconsejo, duele mucho al levantarse.
Espero que evacuen bien y que cuando usen un baño público lo cuiden.
Gracias.
Enero 2008
De qué se viste usted
Hoy les hablaré de corbatas. Mi amigo Cheroni decía hace algunos años que no se iban a llevar.
No estuve de acuerdo y el tiempo me ha dado la razón. Seguramente él pensaba en la moda, en las tendencias del momento.
Sin embargo, mi opinión es que pasará mucho tiempo hasta que dejen de llevarse: la corbata y el traje de chaqueta combinan un auténtico uniforme, así como para los mecánicos el mono ó para los médicos la bata blanca. Y además la corbata, fuera de las conmemoraciones sociales, lleva implícito un especie de derecho: respeto: el alcance de una meta de poder social siempre referida a esa imagen. Implica cierto éxito social y buena imagen.
Existe en la apariencia un lenguaje, también en los bienes que poseemos:
Una marca y modelo de coche expresa lugar en la escala social, al igual que una casa de determinadas características e incluso a dónde vamos en vacaciones. No hay duda que entenderán conmigo que la forma de vestir también crea una imagen de la persona. Aunque hay a quien le gusta despistar.
Quitarse la corbata llevaría inevitablemente a no identificar a aquellos que representan los negocios o aquellos que se mudan para un acontecimiento especial. Fíjense, observen como cada uno que se viste con traje y corbata, durante la semana, lo hace inexcusablemente porque representa a una actividad económica: esto es lo que yo llamo el Efecto de la Imagen Convencional. Todos al ver a un varón trajeado, en la primera imagen mental, visualizamos a una hombre con determinadas características para la mayoría de nosotros comunes, un estereotipo. La uniformidad de las ideas en lo social es una necesidad. Usar corbata es una convención, o mejor, un convencionalismo:”Conjunto de opiniones o procedimientos basados en ideas falsas que, por comodidad ó conveniencia social, se tienen como verdaderas.”
Porque todos sabemos que lo verdaderamente cierto es que, en el fondo, por el mero hecho de usar una u otra determinada ropa, no adquirimos cualidades que no tenemos. He aquí el efecto justo que provoca aquel que se coloca una corbata pensando en distinción y otras banalidades y se encuentra con el efecto contrario del que pretendía, por ejemplo, en Buñol:¡Qué melón! o¡Qué tontarra!.
Todos tenemos derecho a montar o mostrar nuestro propio personaje.
Pero cuidado, tan convencional puede llegar a ser un traje y una corbata como los vaqueros rotos y una camiseta por encima del ombligo, o como los pantalones hechos para enseñar el tanga o el calzoncillo o como las vestimenta “pogre” u original, o como las marcas que conforman grupos de distintos colores pero igual forma u otras tribus urbanas con cadenas, gorras, collares, muñequeras, botas, cabezas rapadas o pintadas...
Detrás de cada una de estas imágenes hay un prejuicio y un perjuicio: porque detrás de un traje y una corbata puede haber una persona muy sana y abierta; detrás de una indumentaria más deportiva, un auténtico carcamal mental; detrás de la originalidad pura en el propio estilo, un ser humano intolerante y neurótico con problemas para relacionarse con los demás; detrás de la necesidad de pertenecer a una tribu la falta de una familia que funcione como un sano nido emocional, etc, etc, etc.
En verdad, todos los comentarios se hacen por algo, en este caso, la motivación que me lleva a decirles estas palabras es que me hartan y me hieren los jueces sociales. Ni siquiera se preguntan el por qué son capaces de juzgar a otra persona, simplemente, por su indumentaria. Estoy harto de tratar de entender, esforzarme en comprender, las razones que llevan a actuar a un ser humano de esta forma y no entender. Harto de escuchar comentarios sobre infinidad de asuntos que solo a los individuos conciernen. Harto de tanta falta de respeto y consideración.
Harto de explicar que detrás de una corbata o una camiseta o un collar..., hay un pecho y detrás del pecho todo un mundo emocional, como el de todos, que ríe, llora, ama, odia, sueña.. y que necesita de los demás como todos nosotros. Hombres y mujeres al fin, recuperados espero, en la experiencia de saber que la igualdad es el único signo aplicable a nuestro género. Porque somos iguales...no semejantes, en este sentido.
Tratarnos en la conciencia de ser iguales a la vez que diferentes posiblemente sea la respuesta, la pregunta podría ser:¿Para tratar de ser diferentes es necesario ser asquerosamente injustos con los demás?.
Junio 2007
Copiar, Calcar, Crear
Hace unos días, un buen amigo, me mandó un comentario acerca de uno de los artículos publicado hace algunas semanas en esta mismo periódico y cuyo titulo era “Hablemos de la vida”, me permito-sin su permiso, puesto que no voy a revelar su nombre- transcribir el texto que me envió:
“Si hablamos de la vida en un plano genérico, creo que has hecho una descripción que pocos tendrían que objetar algo, creo que has hecho una fotografía donde no se pierde detalle, pero si hablamos de mi vida –la mía-, yo le di la vuelta a esa foto y quise hacer siempre algo original, creativo, y quise cambiar la foto que todos tenían por un cuadro, lo empecé hace mucho tiempo, claro, sin tener ni puta idea de pintar y sin un boceto claro de lo que quería pintar, así que fui improvisando, eso si, con mucho color, mucha ilusión y mucha imaginación. Hoy si analizo el cuadro, creo que la intención era buena, el dibujo (el planteamiento) no era malo, pero mal ejecutado, y el color de tan vivo que lo quise hacer, ha resultado demasiado chillón, y la temática pretendía ser la misma de la foto, pero con vida propia, con mi personalidad, porque mi foto siempre la veía en blanco y negro. Hoy me he dado cuenta que hacer un cuadro que tenga una calidad aceptable, es muy difícil, y voy a poner todo mi empeño en volver a verla como una fotografía, pero, eso si, en color.”
Estas son mis palabras para él y que compartimos con ustedes:
Gracias por leerme con ese talante y tus comentarios.
Creo que todas las vidas se pintan sin tener ni idea: algunos se arriesgan...y pueden encontrarse con el dolor, el sufrimiento y la frustración - como tú- tratando de pintar algo diferente de lo que se encuentran porque no les satisface o tienen dificultades para adaptarse. Otros se conforman con copiar lo que otros han pintado porque prefieren la seguridad y la tranquilidad que les da ser como los demás en la mayoría de los sentidos, perteneciendo a un grupo de los que se sienten parte- el de los buenos, el de los que lo hacen bien, claro, creen ellos-. Y otros todavía con más miedos a la vida- hoy creo que los puedes entender muy bien- no solo copian lo de otros, van más allá, lo calcan, como cuando éramos pequeños en el colegio y colocábamos encima del dibujo un folio de poco gramaje.
Cada uno hace con su vida lo que puede, sabe o quiere o las tres cosas a la vez. Ninguna regla es la mejor. Y todos tenemos derecho a elegir la nuestra.
A mi me interesa especialmente una cuestión: sea el camino que se elija, mientras se transita, uno debería disfrutar de él, al menos sentir que es suficientemente satisfactorio y es coherente con los propios pasos. Teniendo en cuenta que en la vida no todo son aciertos, ni es todo de color de rosa. Quiero decir: disfrutar, también es conectarte con la frustración y el error. Te obligan a reflexionar y aprender y por lo tanto, a crecer. Y no hay mayor disfrute que el crecimiento y el desarrollo personal.
Tu vida, la mía no son mejores ni peores que otras son solo diferentes y por lo tanto únicas, son simplemente: la tuya y la mía. De una forma o de otra hemos ido todos caminando, equivocándonos, aprendiendo y construyendo a la vez. Lo único que se podría afirmar-si es que algo se debe decir acerca de otras vidas- es que hay que quererse más y no valorarse desde los ojos de los demás. Especialmente de los que copian y calcan, suelen ser los primeros en juzgar, sin conocer y sin criterio, sus vidas están vacías de color y su necesidad es llenarlas con la vida de los demás, sobre todo, de los que se atreven a recorrer caminos nuevos o no correctos ante sus ojos. Sus miedos les delatan. Carecen por tanto de una clara perspectiva humana. Y son para las personas sensibles a sus dedicadas palabras, peligrosas y destructivas.
Que se vayan a la mierda los que se atreven juzgar con una radical severidad a los demás.
Estoy casi seguro de que aún así, vale la pena pintar, en color o en blanco y negro, pese a todo.
Me alegro de que no hayas copiado ni calcado-aunque verdaderamente me parecen opciones, si son conscientemente elegidas, tan respetables como cualquier otra- y espero que también, especialmente, te alegres tú, en color por supuesto, si es tu elección.
Mayo 2007
“Si hablamos de la vida en un plano genérico, creo que has hecho una descripción que pocos tendrían que objetar algo, creo que has hecho una fotografía donde no se pierde detalle, pero si hablamos de mi vida –la mía-, yo le di la vuelta a esa foto y quise hacer siempre algo original, creativo, y quise cambiar la foto que todos tenían por un cuadro, lo empecé hace mucho tiempo, claro, sin tener ni puta idea de pintar y sin un boceto claro de lo que quería pintar, así que fui improvisando, eso si, con mucho color, mucha ilusión y mucha imaginación. Hoy si analizo el cuadro, creo que la intención era buena, el dibujo (el planteamiento) no era malo, pero mal ejecutado, y el color de tan vivo que lo quise hacer, ha resultado demasiado chillón, y la temática pretendía ser la misma de la foto, pero con vida propia, con mi personalidad, porque mi foto siempre la veía en blanco y negro. Hoy me he dado cuenta que hacer un cuadro que tenga una calidad aceptable, es muy difícil, y voy a poner todo mi empeño en volver a verla como una fotografía, pero, eso si, en color.”
Estas son mis palabras para él y que compartimos con ustedes:
Gracias por leerme con ese talante y tus comentarios.
Creo que todas las vidas se pintan sin tener ni idea: algunos se arriesgan...y pueden encontrarse con el dolor, el sufrimiento y la frustración - como tú- tratando de pintar algo diferente de lo que se encuentran porque no les satisface o tienen dificultades para adaptarse. Otros se conforman con copiar lo que otros han pintado porque prefieren la seguridad y la tranquilidad que les da ser como los demás en la mayoría de los sentidos, perteneciendo a un grupo de los que se sienten parte- el de los buenos, el de los que lo hacen bien, claro, creen ellos-. Y otros todavía con más miedos a la vida- hoy creo que los puedes entender muy bien- no solo copian lo de otros, van más allá, lo calcan, como cuando éramos pequeños en el colegio y colocábamos encima del dibujo un folio de poco gramaje.
Cada uno hace con su vida lo que puede, sabe o quiere o las tres cosas a la vez. Ninguna regla es la mejor. Y todos tenemos derecho a elegir la nuestra.
A mi me interesa especialmente una cuestión: sea el camino que se elija, mientras se transita, uno debería disfrutar de él, al menos sentir que es suficientemente satisfactorio y es coherente con los propios pasos. Teniendo en cuenta que en la vida no todo son aciertos, ni es todo de color de rosa. Quiero decir: disfrutar, también es conectarte con la frustración y el error. Te obligan a reflexionar y aprender y por lo tanto, a crecer. Y no hay mayor disfrute que el crecimiento y el desarrollo personal.
Tu vida, la mía no son mejores ni peores que otras son solo diferentes y por lo tanto únicas, son simplemente: la tuya y la mía. De una forma o de otra hemos ido todos caminando, equivocándonos, aprendiendo y construyendo a la vez. Lo único que se podría afirmar-si es que algo se debe decir acerca de otras vidas- es que hay que quererse más y no valorarse desde los ojos de los demás. Especialmente de los que copian y calcan, suelen ser los primeros en juzgar, sin conocer y sin criterio, sus vidas están vacías de color y su necesidad es llenarlas con la vida de los demás, sobre todo, de los que se atreven a recorrer caminos nuevos o no correctos ante sus ojos. Sus miedos les delatan. Carecen por tanto de una clara perspectiva humana. Y son para las personas sensibles a sus dedicadas palabras, peligrosas y destructivas.
Que se vayan a la mierda los que se atreven juzgar con una radical severidad a los demás.
Estoy casi seguro de que aún así, vale la pena pintar, en color o en blanco y negro, pese a todo.
Me alegro de que no hayas copiado ni calcado-aunque verdaderamente me parecen opciones, si son conscientemente elegidas, tan respetables como cualquier otra- y espero que también, especialmente, te alegres tú, en color por supuesto, si es tu elección.
Mayo 2007
Cerca de la felicidad
¿Todo está demasiado amanerado, no creen?.A veces tengo la sensación de todo lo que vivimos a diario está demasiado amañado. Incluso nuestros propias emociones y deseos parecen construidos desde el exterior, desde un mundo imaginado por unos y seguido – no sé si elegido- por todos como el ideal común al que debemos tender. Creando una necesidad que en realidad solo existe en la comparación de vivir como los demás, de buscar la identificación social, y a la vez, la necesidad de marcar una cierta diferencia, con la intención, de conseguir ser un poco distintos y quizá admirados por ello- nuestra identidad-.
Una gran paradoja: por una parte necesitamos sentirnos como los demás y por otra, nos exigimos superar esa identificación para que se nos reconozca como individuos socialmente correctos. En general, por alguna superficialidad: el coche que tenemos, el estilo de ropa que usamos, los bienes que poseemos, nuestra edad, la ideología, nuestra religión... y además, en el peor de los casos, sentirnos mejor que los demás por ello. Menuda estupidez... y parece tan necesaria...
Necesitamos convertirnos en individuos, ser uno mismo, sin manipulaciones y condicionamientos provenientes de los demás. ¿ Me querrán si soy como soy o si soy como quieren que sea?
¿La realidad siempre supera a la ficción?. No seríamos capaces de imaginar, ni siquiera en la más rebuscada ficción, qué cosas somos capaces de hacer los seres humanos por marcar la diferencia y buscar el amor de los demás y la tan ansiada felicidad, en busca de ese individuo atrapado por el que dirán: escribir, pintar, interpretar, cantar, idolatrar, creer más que nadie en alguna ideología; vestirnos, peinarnos o uniformarnos, con la intención de pertenecer a un grupo que en la mayoría de casos se cree en posesión de una verdad inmutable – qué ignorantes podemos llegar a ser-, creer en lo que haga falta para que nos acepten...en definitiva, ser socialmente lo que nos convenga, y a la vez, estimados o despreciados por esa cualidad-que la mayoría de veces no poseemos ni en un sentido ni en otro y que se supone nos distingue de los demás, cuando en realidad nos identifica.
Quizá todos tengamos, en el fondo, las mismas necesidades cuando buscamos un mismo formato, es posible que partamos de una base común que se va transformando según van incidiendo las circunstancias en la persona. Es muy posible que la infinidad de experiencias que un ser humano vive a lo largo de su vida conformen su carácter y lo conviertan en único. También es muy posible que poseamos una carga genética que condicione, de algún modo, nuestras propias capacidades, cualidades y herramientas. Incluso que determinado aspecto físico ó mental( recuerden Forest Gump) condicione nuestra acción diaria, si somos más tontos o listos, feos o guapos, altos o bajos, calvos o disponemos de una gran melena. Todo, todo esto es posible...
La posibilidad implica libertad y elección. Desgraciadamente no podemos elegir muchas de las cosas que vamos a vivir, algunas te tocan. Es producto del azar y de la buena o mala suerte, si existe. La familia es una de ellas.
Sin embargo, hay realidades comunes que con seguridad viviremos: Alguien me dijo que dijo un poeta: “sufrir también es vivir”. Y también la satisfacción, el placer y la alegría(de la que hablaremos la próxima semana).
Se me ocurre poder creer también en otro aspecto común: la normalidad: “dicho de una persona que se encuentra en su estado natural”.
Resumiendo, cualquier persona, se enfrentará en su vida a tres realidades ante las que no podrá elegir, ni cuando, ni dónde, ni cómo, ni qué cantidad le va a corresponder de: dolor...alegría...y salud.
Volvamos a lo posible: puede que la normalidad se asemeje mucho a lo que el ser humano a buscado siempre y durante toda su historia: la felicidad.
Cuando uno se pone a pensar seria y razonadamente en ella quizá llegue a la conclusión de que la felicidad no existe sino parcialmente, en pequeños momentos intensos, incluso en algún instante sublime.
Mi opción última es pensar que la normalidad, el sosiego, la armonía, coinciden con la felicidad – en algún otro momento de mi vida pensé que coincidía con estar dormido-. Ese momento en el que estamos tranquilos, bien en nuestra propia compañía, sin exigencias, ni altos ni bajos: normal. Esos momentos en el que cobraría sentido la frase de Montesquieu:”Habría que convencer a los hombres de la dicha que están disfrutando sin darse cuenta”.
Y si no me creen simplemente valoren lo que piensan cuando les viene un dolor intenso y luego desaparece.
Quizá la felicidad pase por estar contento de ser quien eres en cualquier circunstancia, sin más.
¿Quién sabe?
Abril 2007
Buñol: Centro Logístico
Me gustaría poder conseguir transmitir las ideas que a continuación voy a desarrollar sin ser adjetivado como fantasioso o pretencioso, porque verdaderamente creo que se puede convertir en realidad todo ,lo que en adelante, les voy a contar.
Pienso, hace ya mucho tiempo, en la necesidad que tiene Buñol de crear infraestructuras cuyo propósito sea conseguir el desarrollo y progreso económico de nuestro pueblo, sin tener que poner en venta nuestra idiosincrasia y medioambiente. Sería la manera de conseguir los fondos económicos precisos para ir desarrollando otros proyectos culturales, turísticos, urbanísticos y de bienestar social.
La forma más fácil que se me ocurrió fue buscar en las cosas que ya tenemos y cómo podríamos beneficiarnos de ellas. Analizar las infraestructuras que ya poseemos y adecuarlas para un uso conveniente. Es lo que llamo “la suerte de las cualidades” desarrolladas a largo de los años en Buñol y su Comarca.
La idea es relativamente sencilla: convertir a Buñol en el Centro Logístico de la Comarca. Transporte, Almacenamiento y Distribución.
Y ustedes ahora se estarán preguntando: ¿dónde, cómo y por qué?
Lo explicaré esquemáticamente:
¿Dónde?: En los terrenos que Cemex tiene desde el puente de la Estación hasta la explanada dónde se descargaba el carbón y el envase antiguo, aprovechando las vías del tren situadas en esa zona.
¿Cómo?: Desarrollando por parte del Ayuntamiento y junto a los agentes sociales a través de Buinsa un estudio para su puesta en marcha, consiguiendo el interés económico de Cemex, RENFE, Puerto de Valencia y el sector del transporte por camión.
¿Por qué?: Sencillamente porque el sector logístico es de los más importantes en desarrollo de la economía española( si alguien lo duda puede recordar cualquier huelga del sector o ver alrededor de Valencia la cantidad de naves de Almacenamiento y Distribución allí ubicadas). Y además Buñol y su comarca dispone de todo lo necesario: vías nocturnas casi vacías( el transporte por tren es de los más baratos), terrenos y edificios aprovechables con un mínimo costo y un sector de transporte por carretera con una flota de camiones de primera línea. Además existe la necesidad en mucha de la industria de la comarca: fábricas en Buñol y Chiva, almacenamiento de automóviles de Cheste, vinos de Requena-Utiel, Turis y Godelleta, industria agroalimentaria y un montón de clientes potenciales (por ejemplo: todas las fábricas de automóviles o empresas logísticas).
Nuestro enclave geográfico es perfecto: cerca de todas las vías terrestres importantes(A-3, ByPass, A-7), vías de ferrocarril ya creadas y suficiente terreno anexo y conexión por tren y carretera con el Puerto de Valencia(uno de los más importantes de Europa en mercancías).
Y por su todo esto fuera poco ninguna de estas actividades crea ningún problema medioambiental grave.
Uno de los efectos más importantes, desde el punto de vista social, sería la entrada de dinero directa a Buñol, si el Ayuntamiento, a través de Buinsa, pudiera acordar una serie de cánones de explotación con Cemex y RENFE, buscando un interés recíproco.
Espero que la idea básica esté clara.
Ahora solo me queda pedir a nuestro Alcalde y a su equipo de gobierno, a los Agentes Sociales y a la Oposición que pongan en marcha proyectos como estos y consigan ponerse de acuerdo por encima de las guerras políticas, y aúnen su fuerzas en proyectos serios y de progreso( Buñol y su Comarca está en posición por sus cualidades de desarrollar muchos más, por ejemplo un plan serio para el desarrollo turístico de la Comarca ). Por el bien común.
Espero no equivocarme, esta idea a mi, me parece seria y realizable, pero sobre todo beneficiosa para el progreso de la Hoya de Buñol.
Noviembre 2003
Bautista
Cuando llegan la Navidades, al menos yo, rebusco en la memoria. Muy pronto un año acabará y comenzará otro. Normalmente siento una cierta obligación de hacer un repaso al pasado, a lo vivido. Recoger del recuerdo lo hecho y corroborar que uno vive suficientemente bien y va eligiendo su propio camino. Quizá buscando sentido. Y buscando y rebuscando trata uno de encontrar lugares y personas con las que uno ha vivido grandes, pequeños y especiales momentos. Hay nostalgia en todo esto, excúsenme si se la transmito.
Me recuerdo de niño buscando a mi padre el fin de semana a la hora del vermutico. Supongo que quería formar parte de ese círculo encantado, entre cañas, gamba blanca y salada, sepia, huevas, clóchinas, caracoles de mar, coronas de calamar a la plancha, chipirones y más gambas… al ajillo, junto a su numeroso grupo de amigos. Era un pequeño bar en la calle del Cid…en ningún sitio se picaba como allí. Quedó fijado en ese niño para siempre, como en una fotografía viva, todos esos olores y sabores, las caras alegres, los chistes, el méteme conmigo que no te voy a tocar. Muchas palabras, sonrisas, cachondeo, gestos y bienestar.
En el bar nos colocábamos muy pegados, unos pocos sentados y todos los demás de pié, la clientela llegaba incluso al trozo de ventana que daba a la calle y gran parte de la acera. Fue siempre un local pequeño con mucho sabor.
Desde entonces nunca dejé de ir a ese lugar, construido en el día a día, mes a mes y año tras año, siguiendo las fiestas y las estaciones como en la vida misma. Cada vez que iba creía hacer un homenaje a la vida, por que allí se sentía uno muy bien, al menos yo, inundado de ese calor que produce lo familiar y lo cercano.
Como un director de orquesta, entre todo aquel batiburrillo, de dimes y diretes, gritos pidiendo cañas y tapas, cachondeo, algún cabreo, risas, desencuentros y encuentros, detrás de la barra, Bautista, armonizándolo todo. Sabía perfectamente como dar una entrada, reír y llorar, hacer bajar la voz a quien se iba de tono, putada para el más cabrón, chiste para el que más lo necesitaba, silencios cuando tocaban, palabras cuando alguien no encontraba a nadie afín o acudía solo. Sabía muy bien cuidar y respetar a los demás.
Lo demuestra el río de personas que a lo largo de los años pasaron por su barra: amigos y clientes. Muchos más de los primeros que de los segundos. Tuvo como cliente y amigo universal a Fortunato y a otros muchos ilustres buñoleros: el tío Rúben, Ezequiel, Cándido, Llorens, Paco Roca, el gran Aparisi con toda sus cuadrillas-de ellas fuimos muchos-, mi tío Vicente, Vitoriano, los Roca, los Ferrando y todos los amigos, el tío Eliseo(el relojero), Carrascosa(el tío Sorra), Teodoro y con él me permitirán recordar a mi padre como pareja inseparable. Y muchas, muchas personas más que acudían asiduamente por su local que por falta de años, de espacio y de memoria no nombraré. Seguro que muchos se recordarán o recordarán a los suyos. Por supuesto, toda la familia de los Caberotes –que son muchos para nombrar-. Generaciones completas bebimos, comimos y disfrutamos en la Viña o en los Caberotes(a cada uno como más le guste). Un lugar de culto para todos aquellos que teníamos y tenemos debilidad por la gola. Todos los que por allí pasaron tenían algo de peculiar, incluso alguno, mucha malasombra.
Bautista estuvo allí siempre, todos los días de su vida, esperando a esa persona que iba en busca de sus favores. No quiero olvidar a su madre y después a Irene, sus tesoros particulares. Y los nuestros, aunque algunos no se percataran por estar en el segundo plano: la cocina.
Hay personas que en su día a día dan mucho a los demás y quizá no nos damos cuenta. Personas que construyen momentos imborrables en la memoria, sin grandes ni engorrosos movimientos y sin llamar la atención, sin famas ni grandes descubrimientos. Sin duda, Bautista fue un ser humano de esos que no se olvidan, capaz de estar en las fotos emocionales de muchas personas. Un ser peculiar, sagaz y sensible que desde detrás de su barra conseguía dar a cada uno lo que necesitaba…
¡Bauti… una de ajillo, huevas y dos cañas!
Entonces cogía dos vasos con una mano y con una maestría-paciencia que solo pueden dar los años, abría el grifo de cerveza el Turia y sin caer una gota y con la espuma en su punto nos dejaba caer las cañas encima de la barra, después de un corto paseo a la cocina volvía a darnos conversación y compañía. Así comenzaba el rito…
La verdadera historia se construye así con pequeños momentos vividos a lo largo de los años y entre generaciones. Pero son esos instantes y esas personas que construyeron estos especiales lugares de encuentro los que nos ayudaron a relacionarnos, aprendimos comiendo y bebiendo, charlando y riendo. Crecimos entre ellos y nos convertimos en lo que somos. Desde aquí, gracias a todos, especialmente a Bautista, que junto a sus tesoros, supo ser el protagonista de una película real creada desde un pequeño bar en el centro de un pueblo que cambiaba año tras año. Generó una parte de la historia de nuestro pueblo y sobre todo un río de sentimientos que nos impregnaron a todos.
Bautista fue una persona sencilla y muy entrañable y un gran ser humano que muchos nunca olvidaremos.
Sean estas palabras un homenaje a su genio y a su figura.
Diciembre 2007
El agua roja de verano baila dentro sin parar
(…para leer tumbado)
Al levantarse, uno cree que al levantarse, al principio del día, algo nuevo va a comenzar. Hoy comencé el día sin deseos, al menos, sin intenciones claras que impulsaran mi ánimo hacia una u otra acción. Resulta a veces inverosímil como el cuerpo se cansa de la conciencia y se deja llevar sin orden ni sentido. Este es el momento en el que algunas veces me quedo quieto y casi sin saberlo, me descubro escuchando los latidos del corazón. No exactamente atento, ni quizá en verdad oigo...incluso muchas veces no son mis latidos los que escucho. Nunca me ha gustado escuchar el llamado aparato del amor: me resulta insultante su ritmo, perfecto su silencio y amarga su función. Tengo siempre la sensación de enfrentarme a una de esas máquinas, inventadas por nosotros, para la producción.
Sin embargo, alguna vez, muy quieto y en silencio, intento con todos mis sentidos, reconocerlo. Escuchar sintiéndolo, notándolo como algo distinto a mí, lo idealizo pensando que en él se acumulan todas mis emociones y de ellas se nutre, devolviéndolas después en cada movimiento, agradecido siempre de nuestra constancia al sentir, de nuestra voluntad de vivir sin parar ni un solo instante.
Las paradojas siempre comienzan así, creyendo ideas opuestas dispuestas a convivir, creyendo reconocer la vida dependiendo del ánimo, sumergido y arropado en el presente, recordando el pasado, proyectando el futuro, y a la vez. Sí, pretendemos, escuchar, oír, reír, recordar, proyectar, hacer, ver. Ordenándolo todo en nuestro ánimo, en el intelecto, en nuestra voluntad...y elegir.
Acaso sea esto la vida, la elección de entre todo lo que somos capaces de escuchar-de entre todas nuestras capacidades-y entender, aplicado al paso siguiente, al latido siguiente, a la paradoja siguiente: de entre todas cuál me hará feliz :el hecho ó la acción, la realidad ó la ficción, lo que siento ó lo que es, lo que soy ó lo que quiero ser, lo que amo ó lo que podría amar, lo que en verdad sé ó lo que podría saber. Supongo que lo maravilloso sería acertar, unir el sentido y la percepción. Armonizar todos los sentidos en uno, en un solo instante. Levantarse tranquilamente y disfrutarlo.
Es el momento en el que casi sin pensar, dejándonos llevar, balbuceamos sensaciones:
“Cuando la luz del sol toca la piel y se calienta hasta soltar el agua que nos llena. Cuando con los ojos muy abiertos miramos atentos un cuerpo hermoso expuesto al sol. Cuando la piel encoge empujando lo que tenemos dentro.
Cuando ocurre todo esto y alguna cosa más, el cuerpo pide agua: transparente, limpia y fresca. A veces la bebemos y saciamos la sed, otras veces, queremos ser agua introduciéndonos en ella, y otras, renunciamos a estar quietos, respirando mientras movemos sus partículas, atrapados entre lo que quisimos ser y lo que podemos ser. Golpeándola hasta que nos devuelve la tranquilidad desde su tranquilidad: ¿Quién dice que no somos agua!.”
Escuchando el agua.
Escuchando nuestros latidos puede que no escuchemos la vida toda, ni siquiera el principio natural de ella, lo sí es seguro reconocer es nuestra necesidad de parar, dejarnos parar y escuchar sinceros los principios del día.
Hoy soy agua
Abril 1997
¿Ajo o Fresa?
¿Ajo o fresa?
Le gustaba el sonido del agua mientras veía un paisaje de montañas. Le emocionaba la brisa fresca de una noche de verano. Le impresionaba ver a un metro las ardillas subir por el tronco hasta la copa y saltar de un árbol a otro. También le entusiasmaban los libros y los automóviles, las libretas y los cubatas, las reuniones con amigos y el sexo. Y especialmente la palabra.
Cuando yo le conocí decía repetidamente una frase que a mi me sonaba siempre llena de su propia experiencia y quizá de rencor... no sabría decir por qué: “No juzgues a nadie sin conocer su infierno”.
Seguía siempre diciendo que muchas personas creen que son mejores que otras y juzgaban a los demás sin conocer las verdaderas razones, los más hondos motivos para actuar de una forma u otra. De hecho afirmaba que a ese tipo de personas les daba igual los motivos, su única pretensión era percibir ese sentimiento de valor que te da el ver a un semejante fracasado, frustrado, adicto o caído y compararte con él: ¡Qué gustazo ser compasivo...qué bueno se siente uno!. Sin embargo, decía, olvidan que están desvalorando a otros para valorarse a si mismos.
Ramón era un ácrata quemado de tanto darse golpes con la realidad más dura. Estaba cansado de ver viajar la hipocresía por teléfonos y bares, casas bien y familias no tan bien, personas con seis caras, amigos y conocidos sonriendo por delante y despotricando por detrás. Por cierto a él le gustaba también el sexo por detrás...y comparaba siempre estas dos ideas riéndose a carcajadas.
Me caía muy bien este tipo, fue una pena que se cortara las venas.
¿Ustedes qué creen que fue un valiente o un cobarde con este acto?
Les contaré algunos detalles... decidirán mejor:
Nació sin dientes, calvo y regordete, cuatro kilos y medio de carne que no se mantenía en pie. Se crió con leche de pecho y Pelargón. Todo el mundo, cuando era bebé, le decían que dijera ajo-él no entendía- y al final dijo, después de repetírselo mil veces: ajjjo. Todos le rieron, le besaban y le abrazaban y gritaban: ¡A dicho ajo!. Así aprendió que si decía ajo todos le querrían. Se pasó la vida diciendo ajo, aunque en verdad a él le repetía. Lo que verdaderamente le encantaba era la fresa. Un día se cansó y dejó de decir ajo. Pensó y se prometió que nunca más diría ajo...a nadie. Empezó con su familia, luego con su pareja, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo y terminó diciendo fresa como concejal en el ayuntamiento de su pueblo. El resultado fue escalofriante, a partir de ese momento, se produjeron conflictos con todos. La mayoría lo rehuían y los más cercanos lo soportaban por aquello que decía Shopenhauer: “la compasión es el supremo principio moral”. Ramón no entendía como las mismas personas que decían quererlo y valorarlo, si no decía ajo, ya no le querían ni le valoraban. Llegó a la conclusión de que todos lo querían con la susodicha condición: decir ajo. Se cagaba en el ajo constantemente y se enfurecía hasta la ira cada vez que lo nombraban. ¿Cómo puede ser – se preguntaba- que tenga que cumplir con lo que otros desean para que me quieran?
Fue entonces cuando decidió no hablar. Sencillamente no dijo ni una palabra más a nadie. Solo escribía y escribía para él mismo. Le encantaba la palabra como ya les dije, de no ser por la escritura se hubiese vuelto loco. Pasó así más de ocho años. Durante todo ese tiempo su relación con los demás fue de mal en peor, la gente cotilleaba sobre él y cada uno contaba una historia diferente de cómo había llegado a ese estado, cada cual ponía su grano de arena, la más insólita que yo escuché fue ésta que les narraré a continuación, se la escuché a la madre de una amiga mía contándosela a una vecina: le contaba que “ya de niño Ramón era raro, demasiado bueno...se venía venir que acabaría mal, siempre cumplía con sus obligaciones en el colegio, en su casa, con los amigos...vamos un niño de esos que de tan perfecto una se da cuenta que algo malo tiene que venir. Una vez hasta lloró cuando se murió un patito que compró con mi hija para criarlo. Era un niño muy exagerado con las cosas, así no se puede ser. Vino lo que tenía que llegar se enamoró de una chica y fueron un año juntos y después lo dejó ella, imagina- ya te digo lo raro que era- como se lo tomó. A partir de ese momento fue como si le hubiesen dado la vuelta, como a un calcetín, del revés. Se volvió loco, hacía lo que le daba la gana, no estaba de acuerdo con casi nadie. Una vez se atrevió hasta decirme alcahueta. En fin un desastre de persona. Y lo peor fue cuando dejo de hablar. Su familia estaba preocupadísima, no les hizo daño ni nada, pobres”.
No llegué a oír más, aunque para mi fue suficiente, cuánta barbaridad y cuánta mentira. Al poco tiempo se cortó las venas, pero no murió, su hermano lo encontró a tiempo. Ahora está en el hospital y la compasión surgió de nuevo. También los comentarios. Todos pasaron por allí a verle, y a todos sin excepción les dijo ajjo. Fue su única palabra. Luego una sonrisa. Les daba la mano y un sobrecito con su nombre después de cada visita antes de marcharse, contenía una nota y una leyenda. La nota decía:¡Que te den por el culo!: ¡¡¡FRESA!!! Y la leyenda: “No juzgues a nadie sin conocer su infierno”.
¿Qué opinan ustedes fue un cobarde o un valiente o...?
Agosto 2007
Le gustaba el sonido del agua mientras veía un paisaje de montañas. Le emocionaba la brisa fresca de una noche de verano. Le impresionaba ver a un metro las ardillas subir por el tronco hasta la copa y saltar de un árbol a otro. También le entusiasmaban los libros y los automóviles, las libretas y los cubatas, las reuniones con amigos y el sexo. Y especialmente la palabra.
Cuando yo le conocí decía repetidamente una frase que a mi me sonaba siempre llena de su propia experiencia y quizá de rencor... no sabría decir por qué: “No juzgues a nadie sin conocer su infierno”.
Seguía siempre diciendo que muchas personas creen que son mejores que otras y juzgaban a los demás sin conocer las verdaderas razones, los más hondos motivos para actuar de una forma u otra. De hecho afirmaba que a ese tipo de personas les daba igual los motivos, su única pretensión era percibir ese sentimiento de valor que te da el ver a un semejante fracasado, frustrado, adicto o caído y compararte con él: ¡Qué gustazo ser compasivo...qué bueno se siente uno!. Sin embargo, decía, olvidan que están desvalorando a otros para valorarse a si mismos.
Ramón era un ácrata quemado de tanto darse golpes con la realidad más dura. Estaba cansado de ver viajar la hipocresía por teléfonos y bares, casas bien y familias no tan bien, personas con seis caras, amigos y conocidos sonriendo por delante y despotricando por detrás. Por cierto a él le gustaba también el sexo por detrás...y comparaba siempre estas dos ideas riéndose a carcajadas.
Me caía muy bien este tipo, fue una pena que se cortara las venas.
¿Ustedes qué creen que fue un valiente o un cobarde con este acto?
Les contaré algunos detalles... decidirán mejor:
Nació sin dientes, calvo y regordete, cuatro kilos y medio de carne que no se mantenía en pie. Se crió con leche de pecho y Pelargón. Todo el mundo, cuando era bebé, le decían que dijera ajo-él no entendía- y al final dijo, después de repetírselo mil veces: ajjjo. Todos le rieron, le besaban y le abrazaban y gritaban: ¡A dicho ajo!. Así aprendió que si decía ajo todos le querrían. Se pasó la vida diciendo ajo, aunque en verdad a él le repetía. Lo que verdaderamente le encantaba era la fresa. Un día se cansó y dejó de decir ajo. Pensó y se prometió que nunca más diría ajo...a nadie. Empezó con su familia, luego con su pareja, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo y terminó diciendo fresa como concejal en el ayuntamiento de su pueblo. El resultado fue escalofriante, a partir de ese momento, se produjeron conflictos con todos. La mayoría lo rehuían y los más cercanos lo soportaban por aquello que decía Shopenhauer: “la compasión es el supremo principio moral”. Ramón no entendía como las mismas personas que decían quererlo y valorarlo, si no decía ajo, ya no le querían ni le valoraban. Llegó a la conclusión de que todos lo querían con la susodicha condición: decir ajo. Se cagaba en el ajo constantemente y se enfurecía hasta la ira cada vez que lo nombraban. ¿Cómo puede ser – se preguntaba- que tenga que cumplir con lo que otros desean para que me quieran?
Fue entonces cuando decidió no hablar. Sencillamente no dijo ni una palabra más a nadie. Solo escribía y escribía para él mismo. Le encantaba la palabra como ya les dije, de no ser por la escritura se hubiese vuelto loco. Pasó así más de ocho años. Durante todo ese tiempo su relación con los demás fue de mal en peor, la gente cotilleaba sobre él y cada uno contaba una historia diferente de cómo había llegado a ese estado, cada cual ponía su grano de arena, la más insólita que yo escuché fue ésta que les narraré a continuación, se la escuché a la madre de una amiga mía contándosela a una vecina: le contaba que “ya de niño Ramón era raro, demasiado bueno...se venía venir que acabaría mal, siempre cumplía con sus obligaciones en el colegio, en su casa, con los amigos...vamos un niño de esos que de tan perfecto una se da cuenta que algo malo tiene que venir. Una vez hasta lloró cuando se murió un patito que compró con mi hija para criarlo. Era un niño muy exagerado con las cosas, así no se puede ser. Vino lo que tenía que llegar se enamoró de una chica y fueron un año juntos y después lo dejó ella, imagina- ya te digo lo raro que era- como se lo tomó. A partir de ese momento fue como si le hubiesen dado la vuelta, como a un calcetín, del revés. Se volvió loco, hacía lo que le daba la gana, no estaba de acuerdo con casi nadie. Una vez se atrevió hasta decirme alcahueta. En fin un desastre de persona. Y lo peor fue cuando dejo de hablar. Su familia estaba preocupadísima, no les hizo daño ni nada, pobres”.
No llegué a oír más, aunque para mi fue suficiente, cuánta barbaridad y cuánta mentira. Al poco tiempo se cortó las venas, pero no murió, su hermano lo encontró a tiempo. Ahora está en el hospital y la compasión surgió de nuevo. También los comentarios. Todos pasaron por allí a verle, y a todos sin excepción les dijo ajjo. Fue su única palabra. Luego una sonrisa. Les daba la mano y un sobrecito con su nombre después de cada visita antes de marcharse, contenía una nota y una leyenda. La nota decía:¡Que te den por el culo!: ¡¡¡FRESA!!! Y la leyenda: “No juzgues a nadie sin conocer su infierno”.
¿Qué opinan ustedes fue un cobarde o un valiente o...?
Agosto 2007
Adolecer
Los sueños son imágenes que provienen de un lugar que no aparece pero existe. Deseos construidos desde un mundo que es y que nunca llegamos a conocer del todo. Los sueños son imágenes imaginadas desde el anhelo de armonía. Intentan destruir el terror al vacío, al tedio ó a la nada. Los sueños esconden deseos, abrazan el miedo, ordenan el caos y reinventan la vida cada noche o cada día. Los deseos son sueños que acarician la realidad, a veces, cumplen con sus reglas y todo estalla al unísono. Cuando los sueños, los deseos y los hechos se unen en una sola emoción, el cuerpo y la mente son uno, la vida se une a todo, la alegría es la única sensación. Todos los sentidos revientan aflorando lo que alguna vez se escondió por cualquier motivo.
Cuando yo era viejo recuerdo el dolor de la muerte al acercarse. Cuando yo era joven recuerdo el dolor de la vida al acercarse. Ahora que no hay dolor no entiendo nada. Todo parece tan insípido, tan liviano, tan contingente. Nada parece importante excepto una sensación de desesperación que inunda todo lo que uno es capaz de sentir. Ahora que no hay dolor ni siquiera escucho los pájaros entre las rejas de la ciudad. Quizá son las consecuencias de la cárcel en la que se puede convertir el pasado.
Cuando cumplí un año me quemé intentando apagar la vela. A los cuatro años me caí con un triciclo por un barranco hasta dar con la piedra más puntiaguda. A los no se cuántos años se murió mi abuela dejándome solo en la salita con un transistor, una cruz y muchos recuerdos hermosos. Cuando cumplí los once me enamoré de una sonrisa, también dentro había una bonita niña de cabello rubio largo, ojos verdes y culo respingón. Cuando cumplí los doce me volví a enamorar de quien de mi se enamoró primero. También dentro había una chica atractiva morena de ojos negros y pechos inmensos que provocaba constantes erecciones a mis pecados. Cuando cumplí trece me enamoré de la fantasía. También dentro había una chica, de labios carnosos y de cabello muy largo castaño y ojos verdes. Cuando cumplí los catorce o quizá los quince encontré por primera o segunda o tercera vez el vacío: no entendía nada. Únicamente tenía fe. ¿Y ustedes… entienden algo?
Cuando pienso lo que cuesta contar lo contado y que habrá más de un idiota que lo leerá insultando lo que yo más amo, me lleno de ira y me conecto con una gran violencia que reprimo. Estoy socializado. Lo entiendo o comprendo casi todo desde los catorce. O quizá no entiendo nada desde siempre o nunca… según se mire.
Usted que entiende lo que cree entender: ¿Qué piensa sobre enamorarse? Qué piensa sobre un adolescente que no entiende nada y le gustaría querer y que le quieran, saber y acertar y evitar el dolor todo lo posible. Vulnerable y confuso entre tanta niebla.
A usted me dirijo, a usted sí, ahora que estoy despierto le grito tranquilo porque ya he comprendido que no existe y no puede hacerme daño. A usted que lee o no, le conozco muy bien, usted lo sabe, en un rato he sido capaz de construirlo, de imaginarlo. De convertirlo en realidad. ¿O esto no es real?
Y ahora que se que todo ha sido falso. Estoy contando mis intimidades a un montón de desconocidos: ¿Les sirve? ¿Qué están dispuestos a darme a mí? ¿Qué creen que merezco? ¿Nada… me voy a la mierda?
Para que cojones les cuento algo tan estúpido. O mejor para qué decir, escribir, hablar, o actuar. Y quién soy yo para decirles a ustedes nada. Si al final nada digo ó lo que digo para nada sirve. ¿De qué sirve un deseosueño, para qué lo quieren, qué ganan leyéndolo?
¡Oiga y yo que sé!
A mí que me dice, pues no lo lea. Nadie le obliga, déjelo, rómpalo, límpiese el culo con él, qué más da. Yo no tengo porque pensar por usted, ni tomar sus decisiones, ni siquiera tengo por qué preocuparme e intentar escribir sobre algún tema de su interés. Escribo por mi interés. Puedo contar lo que quiera. ¿O no?
Quizá no. No debería, tendría que haber arrojado este texto a la basura, entre cortezas de plátano, tomate frito, peladuras de mandarina, colillas y sueños rotos. ¡Joder con los deseos que manera de fastidiar, de complicar la vida!
De la semana pasada a esta ya he cumplido dieciséis.
Perdonen por lo que les he dicho, disculpen por lo que no les he dicho, perdonen por lo que no se y ustedes sí saben y por lo que no saben, perdonen por no escribir exactamente lo que querían que hubiera o hubiese escrito. Disculpen por no tener capacidad para adivinar, saberlo todo, decir las cosas bien, como se debe. Disculpen las faltas, el estilo, todas las formas agramaticales. Perdonen por toser cuando respiro. Discúlpenme por disfrutar de mis deseos, a veces, dolorosos, por maldad e ingenuidad, por bondad y torpeza. Disculpen y perdonen.
A los demás… gracias por leer estas palabras a las que falta… qué se yo. Mi agradecimiento por mirar las palabras, por intentar encontrar algún significado, por darse(me) la oportunidad de encontrar algún sentido, por intentar comprenderlas aún cuando puedan no tener sentido. O sí… quizá buscando. Buscar implica esfuerzo y protagonismo. Y quién soy yo para pedirles.
Bueno, si les parece, si ustedes me lo permiten, dentro de unos cuántos años me enamoraré del amor… por qué no: Esmáslógicoduramás.
(Me olvidaba: ¿Cómo controlarlo todo y hacerlo todo bien, lo saben?)
Enero 2008
Cuando yo era viejo recuerdo el dolor de la muerte al acercarse. Cuando yo era joven recuerdo el dolor de la vida al acercarse. Ahora que no hay dolor no entiendo nada. Todo parece tan insípido, tan liviano, tan contingente. Nada parece importante excepto una sensación de desesperación que inunda todo lo que uno es capaz de sentir. Ahora que no hay dolor ni siquiera escucho los pájaros entre las rejas de la ciudad. Quizá son las consecuencias de la cárcel en la que se puede convertir el pasado.
Cuando cumplí un año me quemé intentando apagar la vela. A los cuatro años me caí con un triciclo por un barranco hasta dar con la piedra más puntiaguda. A los no se cuántos años se murió mi abuela dejándome solo en la salita con un transistor, una cruz y muchos recuerdos hermosos. Cuando cumplí los once me enamoré de una sonrisa, también dentro había una bonita niña de cabello rubio largo, ojos verdes y culo respingón. Cuando cumplí los doce me volví a enamorar de quien de mi se enamoró primero. También dentro había una chica atractiva morena de ojos negros y pechos inmensos que provocaba constantes erecciones a mis pecados. Cuando cumplí trece me enamoré de la fantasía. También dentro había una chica, de labios carnosos y de cabello muy largo castaño y ojos verdes. Cuando cumplí los catorce o quizá los quince encontré por primera o segunda o tercera vez el vacío: no entendía nada. Únicamente tenía fe. ¿Y ustedes… entienden algo?
Cuando pienso lo que cuesta contar lo contado y que habrá más de un idiota que lo leerá insultando lo que yo más amo, me lleno de ira y me conecto con una gran violencia que reprimo. Estoy socializado. Lo entiendo o comprendo casi todo desde los catorce. O quizá no entiendo nada desde siempre o nunca… según se mire.
Usted que entiende lo que cree entender: ¿Qué piensa sobre enamorarse? Qué piensa sobre un adolescente que no entiende nada y le gustaría querer y que le quieran, saber y acertar y evitar el dolor todo lo posible. Vulnerable y confuso entre tanta niebla.
A usted me dirijo, a usted sí, ahora que estoy despierto le grito tranquilo porque ya he comprendido que no existe y no puede hacerme daño. A usted que lee o no, le conozco muy bien, usted lo sabe, en un rato he sido capaz de construirlo, de imaginarlo. De convertirlo en realidad. ¿O esto no es real?
Y ahora que se que todo ha sido falso. Estoy contando mis intimidades a un montón de desconocidos: ¿Les sirve? ¿Qué están dispuestos a darme a mí? ¿Qué creen que merezco? ¿Nada… me voy a la mierda?
Para que cojones les cuento algo tan estúpido. O mejor para qué decir, escribir, hablar, o actuar. Y quién soy yo para decirles a ustedes nada. Si al final nada digo ó lo que digo para nada sirve. ¿De qué sirve un deseosueño, para qué lo quieren, qué ganan leyéndolo?
¡Oiga y yo que sé!
A mí que me dice, pues no lo lea. Nadie le obliga, déjelo, rómpalo, límpiese el culo con él, qué más da. Yo no tengo porque pensar por usted, ni tomar sus decisiones, ni siquiera tengo por qué preocuparme e intentar escribir sobre algún tema de su interés. Escribo por mi interés. Puedo contar lo que quiera. ¿O no?
Quizá no. No debería, tendría que haber arrojado este texto a la basura, entre cortezas de plátano, tomate frito, peladuras de mandarina, colillas y sueños rotos. ¡Joder con los deseos que manera de fastidiar, de complicar la vida!
De la semana pasada a esta ya he cumplido dieciséis.
Perdonen por lo que les he dicho, disculpen por lo que no les he dicho, perdonen por lo que no se y ustedes sí saben y por lo que no saben, perdonen por no escribir exactamente lo que querían que hubiera o hubiese escrito. Disculpen por no tener capacidad para adivinar, saberlo todo, decir las cosas bien, como se debe. Disculpen las faltas, el estilo, todas las formas agramaticales. Perdonen por toser cuando respiro. Discúlpenme por disfrutar de mis deseos, a veces, dolorosos, por maldad e ingenuidad, por bondad y torpeza. Disculpen y perdonen.
A los demás… gracias por leer estas palabras a las que falta… qué se yo. Mi agradecimiento por mirar las palabras, por intentar encontrar algún significado, por darse(me) la oportunidad de encontrar algún sentido, por intentar comprenderlas aún cuando puedan no tener sentido. O sí… quizá buscando. Buscar implica esfuerzo y protagonismo. Y quién soy yo para pedirles.
Bueno, si les parece, si ustedes me lo permiten, dentro de unos cuántos años me enamoraré del amor… por qué no: Esmáslógicoduramás.
(Me olvidaba: ¿Cómo controlarlo todo y hacerlo todo bien, lo saben?)
Enero 2008
¿Agua?
¿Soy agua?
Hace poco que se acabó el verano. Finalizaron las fiestas mirando, entre colores, sonidos y ritmos, el cielo de Septiembre. Así se acaban desde hace muchos años. Al menos todos los que yo recuerdo.
En vida, cuando algo acaba, comienza la posibilidad de lo nuevo. Un nuevo curso, un nuevo año, una nueva promesa, una nueva perspectiva, un nuevo sueño, una nueva oportunidad, un nuevo compromiso. Lo nuevo es lo “recién creado, o aquello distinto o diferente de lo que antes había o se tenía aprendido”. Que acepción tan maravillosa esta última, invita al crecimiento y al cambio. Acepta la posibilidad de no ser siempre lo mismo sin perder la identidad. De ir aprendiendo y mejorando. Es, sin duda, el mejor tesoro que tenéis las personas.
Soy un manantial, estoy al final de un paseo y tengo nombre de santo, aunque no lo soy- ya habrán adivinado imagino-, y por primera vez, voy a dirigirme a vosotros con la intención de que me conozcáis algunos bien y otros mejor. También quiero deciros algo.
Llevo manando agua, años, más que años, siglos. Estoy siempre ahí. Muchos bebieron y beben a diario de mis aguas. Siempre estoy en movimiento y nunca soy el mismo, aún siéndolo, como vosotros. He sido hielo, nieve, lluvia, vapor, gaseosa, refrescos, puchero, paella, gazpachos, sudor, tarquín… y muchas cosas y seres más. Hasta alguna vez he sido lágrimas, saladas, después de recorreros por dentro hasta la emoción. Estoy en vuestras duchas, bañeras, lavabos, inodoros y en muchos sitios más. Imaginad.
Llevo muchos años viéndoos venir a mí. En verano en busca de frescura y fiesta, más alegres. En otoño, hacéis crujir las hojas que caen buscando la tierra que les dio la vida, jugando con el viento y sus remolinos. Quizá venís más reflexivos. En invierno sois pocos, lo entiendo, el frío no da sed y os recoge en vuestros hogares y en lugares más calientes. Aún así, vienen a visitarme algunas personas, pasean solas, un poco melancólicas; algunos niños juegan al abrigo de los rayos del sol del mediodía, también vienen, de vez en cuando, parejas en busca de soledad. Se calientan con auténtica reciprocidad. A unos pocos los he visto besarse después de beber de mí, con los labios limpios y fríos. ¡Qué bien me siento cuando ocurre!. Entonces formo parte de algo muy hermoso. Incluso hay personas que vienen todos los días y en cualquier estación a la ermita que tengo al lado. Y de paso, me saludan. La mayoría mira-intrigados sospecho- si sigo manando, si sigo vivo. Especialmente cuando hace mucho que no llueve.
He escuchado miles, quizá millones, de solitarios pensamientos en busca de soluciones, respuestas o conclusiones. He visto como la duda, la confusión y la indecisión retorcían vuestras emociones hasta el dolor y el sufrimiento. He percibido vuestras sonrisas, risas y carcajadas, amores intensos y odios todavía más. He escuchado navegar vuestros sueños anhelos y deseos y… He recorrido- como ya os he dicho- por dentro, a casi todos vosotros. Creo saber cómo pensáis y como sentís. He entrado por vuestras bocas y he salido cambiado, al contacto con vuestras tripas, por o cerca de los genitales. Estoy en contacto con la tierra y estoy en contacto con el cielo. Por eso sé lo que es la fantasía y la realidad. He llegado incluso a ver el mar y convertirme en parte de él.
Solo quería explicaros un poco más y mejor quién soy y cómo soy. Me gusta saber que os dais cuenta de mi existencia y sois conscientes de la vuestra. Somos parte de un todo vosotros y yo. Cuando os cuido me cuido, cuando me cuidáis os cuidáis. Así de simple. Quería estar seguro de que lo sabéis, por eso, por primera vez y última, me dirijo a vosotros con este sencillo mensaje.
Comencé estas palabras hablando de lo nuevo e hice hincapié en esta definición: “aquello distinto o diferente de lo que antes había o se tenía aprendido”. Cambiar lo aprendido, de eso quiero hablaros. De lo difícil que os resulta. De las barreras que ponéis a lo distinto o diferente.
Os pido qué escuchéis estas palabras: “Vosotros también sois un manantial. Particularmente para vuestros semejantes. Cada palabra, cada abrazo, cada beso, cada sonrisa, grito o desafío, cada baile, cada mensaje, cada llamada, cada charla, cada paso… cada una de vuestras actuaciones, se sumerge en el mundo de lo humano infiriendo en él y casi no os dais cuenta”. Sois un manantial de emociones que se transmiten sin decir palabra o diciéndolas.
A veces lo malo es bueno y lo bueno malo. A veces.
Cuidad pues vuestras relaciones con los demás, son un manantial de emociones. Las emociones, el eje de la vida. Las necesitáis tanto como a mí.
Soy agua. ¿Y tú?
Septiembre 2007
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